lunes, diciembre 12, 2005

De Oaxaca a la ciudad de México, entre el fervor guadalupano

Ya es domingo 11 de diciembre, estamos en la fiesta de la boda de Judith. Salimos cuando la fiesta termina, son las cuatro de la mañana, vamos a dormir.

Al salir a abordar el vehículo, nos encontramos a Juan Diego. Él va de la mano de su madre, viene de regreso de la iglesia de Guadalupe, él tiene 5 o 6 años, va con su indumentaria de calzón y camisa de manta blanca y unos bigotes pintados con carboncillo. Él se va caminando por la acera.

En el vehículo, tratamos de llegar al centro de la ciudad pasando por a un lado del Parque Juárez, conocido como El Llano. No podemos pasar, la calle está cerrada. Son los festejos previos al día 12 en el atrio y calle de enfrente al templo de Guadalupe. Buscamos otra vía, por la calzada de La República, luego Los Insurgentes y Morelos llegamos al Centro. Estacionamos el vehículo y caminamos. Pasamos frente al Zócalo, sus jardineras están sembradas de Nochebuenas, el Zócalo se ve rojo.

Llegamos caminando hasta el mercado, nos proveemos de tasajo, chorizo, salchichas, quesillo, tlayudas, hojaldras y dulces regionales.

Regresamos al vehículo y vamos a despedirnos. La despedida en casa de nuestros anfitriones incluye un desayuno: Tamal de mole, chocolate y pan. Ahora si nos despedimos. Abordamos los vehículos y salimos a la carretera. Mi hijo va adelante y yo lo sigo.

En la caseta de Huitzo un grupo de personas ha tomado el control. Está dejando pasar a todos los vehículos sin permitir que los encargados cobren el peaje. Les digo que su actitud es incorrecta, circulo para no detener el tráfico. Me detengo enseguida, le hago saber al policía federal que no es posible que permitan que un grupo de 30 ó 40 personas hayan tomado el control de la caseta de cobro, él me contesta que esta situación ahora no es posible solucionarla qué será con las nuevas votaciones. La ingobernabilidad. Reanudamos el viaje.

En el trayecto de descenso, por los cerros cortados y por donde la carretera va de un cerro a otro por puentes, nos detenemos a contemplar el paisaje. Montañas, la vegetación es sólo de arbustos y cactus prendidos como alfileres. Seguimos. Termina Oaxaca. Pasamos el puente Calapa. Ha empezado Puebla. Nos detenemos a contemplar el paisaje. El puente de 110 metros de altura, de un cerro en Oaxaca al cerro de enfrente en Puebla. Seguimos avanzando.

Llegamos a la autopista, en Cuacnopalan, y nos incorporamos. Al llegar a Acatzingo, mi hijo se despide desde la ventanilla y deja la autopista, se va a Xalapa. Seguimos por la autopista.

Pasamos Puebla. Vamos alcanzando grupos de peregrinos guadalupanos. Grupos en bicicletas, con la imagen de la Virgen de Guadalupe en sus espaldas. Otros grupos a pie, corriendo en relevos, cual correos de los mexicas cuando hacían la travesía desde las costas del Golfo de México al altiplano central.

Llegamos a la última caseta. Vamos pasando al lado de Chalco. Encontramos más grupos de peregrinos. El tráfico se hace lento, lentísimo, se detiene por momentos. Hacemos de la caseta a la entrada de la Avenida Zaragoza más de dos horas. Miles de peregrinos avanzan por uno de los carriles laterales y por el carril de la derecha. El avance es lento, vamos a la par que los peregrinos, muchos jóvenes. Una pareja lleva a su bebe en su carreola. Miles y más peregrinos. Trato de entender que los mueve a ir caminando. ¿Su fe religiosa? ¿Su esperanza en qué la virgencita los ayude a encontrar soluciones a sus problemas? Caminan…

Estamos en la ciudad de México.

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