Oaxaca

Ayer, después del medio día, salimos hacia Oaxaca.



Por la carretera que hemos recorrido los últimos doce años, avanzamos rápido. Pasamos por el puente Calapa, de 110 metros de altura, luego los treinta kilómetros de curvas en la inmensa montaña, las curvas y los puentes: Carrizalillos, Santa Lucia y Otates.



Llegamos a Oaxaca cuando la tarde ya estaba avanzada, en el boulevard de accesos nos recibe la estatua de Benito Juárez. Nos adentramos en la ciudad.



Más tarde hacemos un paseo nocturno por el centro histórico. La Catedral, a las diez de la noche, sigue contemplando frente a si a la multitud de niños jugando con sus largos globos, que lanzan al aire y luego cachan, así como ha sido por varias generaciones de niños oaxaqueños. La noche es tibia, agradable...